El 6 de julio se realizó el conversatorio virtual «Hacia una Universidad Antirracista», organizado por la Cátedra UNESCO de Derechos Humanos de Udelar y la Cátedra de Estudios Afro Andinos de de la Universidad Andina Simón Bolívar, (Ecuador).

Los panelistas en el evento fueron Mariana Achugar, coordinadora de la Cátedra Unesco de la Udelar, Santiago Arboleda de la Cátedra de estudios Afroandinos de la Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador, Waldemir Rosa, de la  Universidad Federal de Integración Latinoamericana y  Julio Pereyra y Lourdes Martínez Betervide, integrantes del Colectivo de Estudios Afrolatinoamericanos de la Udelar.  

Garantizar derechos

Achugar abrió la actividad, a la que definió como un espacio de intercambio acerca de qué es el racismo y cómo se manifiesta y se reproduce a través de instituciones educativas. Resaltó el compromiso de la Universidad en los 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la Declaración Americana de los Derechos del Hombre y de la institución del Apartheid, un sistema de racismo institucionalizado implementado en Sudáfrica y Namibia desde el año 1948 a los años 90, que reflejó contradicciones históricas que todavía persisten hoy. Con respecto a estas contradicciones señaló que «son matrices que estructuran nuestra forma de pensar, nuestras prácticas sociales, las instituciones con las que organizamos nuestra vida cotidiana y sus contenidos y determinan quienes pueden tener acceso a esta educación que es gratuita y libre en Uruguay hasta el nivel terciario, un derecho que hemos conquistado». 

Reafirmó que desde la Universidad «tenemos la responsabilidad de tomar postura para intentar transformar estas matrices que se manifiestan en algunos debes, como el porcentaje de estudiantes y docentes afrodescendientes en la Udelar, que es menor que el de personas afro en el total de la población  del país». En ese sentido resaltó que «Se requieren políticas institucionales para ir cambiando esto, no solo garantizar el libre acceso a la Universidad sino también la permanencia en la institución», afirmó. 

Betervide indicó por su parte que la instancia era una puesta a punto que tenía la finalidad de «evidenciar que las instituciones las construimos y reconstruimos las personas, porque esta demanda que hoy exponemos y a la que le ponemos voz, proviene de la comunidad afrodescendiente de la que formamos parte». Resaltó asimismo que el aniversario de los 75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos era un marco propicio para sumar una reflexión a este espacio: «el desafío actual de que la Udelar sea una Universidad democrática, sin sexismo y sin racismo, una condición para la ciudadanía plena, debe propiciar e incorporar el principio de igualdad y no discriminación establecido en el artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos». 

Señaló que el Estado uruguayo está comprometido con esta causa al haber ratificado el tratado de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Decenio Internacional «Afrodescendientes: reconocimiento, justicia y desarrollo» para el período 2015-2024. Martínez añadió que no obstante no bastan las acciones de reconocimiento, se necesita justicia reparativa que incluya tomar medidas para la reducción del impacto de las consecuencias que la trata trasatlántica de personas, como establece el artículo 1º de la Ley Nº 19122, una normativa que alcanza al Universidad de la República y que reconoce a este tráfico de personas como crimen de lesa humanidad. 

La perspectiva universitaria

Rosa sostuvo que para reflexionar acerca de la educación antirracista es necesario tener en claro la perspectiva de la Universidad que se quiere construir. En ese sentido señaló que si al abordar esta perspectiva, se piensa en las distintas universidades del mundo, una de las condiciones principales, que se vuelve cada vez más presente en el mundo, es la necesidad de la  pluralidad de pensamiento dentro del ámbito universitario. Mencionó como ejemplo, una iniciativa de educación antirracista muy popular llevada adelante en Brasil, llamada  Educación para las relaciones étnico raciales, basada en un paradigma que entiende que la Universidad tiene un papel fundamental para garantizar la ciudadanía plena. En una sociedad como la brasileña en la que el 50% de su población es afrodescendiente, no puede entenderse como una sociedad democrática si persisten procesos discriminatorios, por ello es muy importante pensar la educación. 

Indicó que en este contexto la necesidad de una educación universitaria antirracista es fundamental por varias razones, una de ellas es que la universidad es un espacio donde se realiza el proceso de reproducción de la élite burocrática de la administración pública, es donde se forman las personas que formulan y gestionan las políticas públicas del Estado. Otra de las razones es que en el espacio universitario se producen protagonismos fundamentales para la transformación de la sociedad. Señaló que aún en una sociedad que ejerza mucha resistencia a cambios en este sentido como la brasileña, el rol de la universidad es fundamental para poner en debate este tema e impulsar la comprensión acerca de la necesidad de garantizar derechos para todos. 

Analizar el rol democratizador de la universidad desde un nuevo paradigma

Arboleda destacó que el mundo pasa por un momento de crisis en el que los paradigmas también se encuentran en crisis y en el que las instituciones universitarias como tales están buscando salidas. Frente a este contexto señaló que «el paradigma de los derechos humanos como organizador de nuevas posibilidades curriculares y de universidad, tiene muchas ventajas hoy para redefinir las relaciones jerárquicas con las cuales se construye la universidad». 

Entiende que más allá de los distintos períodos por los que pasó la universidad como institución, la etapa Colonial, donde los pobres estaban completamente excluidos, Republicana donde los más desposeídos empiezan a entrar en muy pequeña cantidad y la etapa Contemporánea o actual, la universidad hoy sigue siendo un espacio de privilegios, que mantiene una supremacía blanca y una reproducción de las desigualdades sociales. Añadió que aunque es necesario reconocer que el número de personas dentro de la universidad, que provienen de la población pobre, está creciendo, el problema del ingreso no se resuelve para los racializados y excluidos. Considera que se debe partir de la pregunta: «¿qué universidad queremos en cada uno de los países?». 

Resaltó el papel fundamental de la revolución haitiana, profundamente  antiesclavista y antirracista y con la solidaridad como uno de sus valores principales, como fundadora del republicanismo latinoamericano. Añadió que no es nuevo el reclamo de la población afrodescendiente por un pluralismo, una justicia del conocimiento y una igualdad cognitiva, dentro de las universidades, por tanto «en el marco del paradigma de los derechos humanos, estas deben ser nociones orientadoras de la transformación curricular». Entiende que este proceso se debe realizar para poder concretar la idea de una reparación histórica y acciones afirmativas, que permitan iniciar una nueva etapa en la universidad, en la que los estudiantes, profesoras y profesores afro, ingresen con mayores garantías que hoy. Destacó que para implementar estas acciones no se requiere que se aprueben leyes públicas nacionales sino el ejercicio de la autonomía en los cogobiernos universitarios. 

Nuevos desafíos

Pereyra sostuvo por su parte que «para que la universidad se transforme en un espacio antirracista, tiene por delante muchos desafíos». Acotó que esos desafíos «también son para los integrantes de la población afro formados en esta universidad hegemónicamente blanca, donde cambiar o abrir la puerta a otras formas de pensamiento también fue un desafío para nosotros». Uno de los desafíos que identifica es el que conlleva «quebrar un pacto blanco académico del que nosotros también somos parte, animarse a incluir otras bibliografías, a discutir con los colegas acerca de por qué incorporar otras mirada, a insistir en colocar nuevos temas, hasta que sean temas de la Facultad y de la Universidad». 

Otros desafíos son: la disputa por un presupuesto que ya viene menguado y que con la incorporación de nuevos sujetos genera nuevas tensiones en ese sentido y entender que hay una producción de conocimiento afro centrada, hay por lo menos 170 años documentados de producción de conocimiento afro centrado en América, asumir que existe esta producción va a ser un desafío. El tercero de los desafíos es asumir e incluir las contradicciones que se generarán entre estos conocimientos y perspectivas y los tradicionalmente arraigados en la universidad. 

En el cierre remarcó que la Universidad y el cogobierno universitario deben tomar este tema, declararse antirracista y desarrollar una serie de acciones para llegar a serlo, Pereyra solicitó al doctor Fernando Miranda, decano de la Facultad de Artes, institución en la que Pereyra es docente, que la Facultad se posicione sobre el tema e introduzca la discusión en el cogobierno universitario. Ante este pedido Miranda solicitó en una intervención posterior, que el Colectivo de Estudios Afrolatinoamericanos hiciera llegar la propuesta por escrito a la Facultad de Artes para que fuera tratada en el Consejo. Señaló que no tenía dudas de que se apoyara la iniciativa y luego de ello se derivaría el tema al Consejo Directivo Central de la Udelar.

Noticia completa en la web de Udelar https://udelar.edu.uy/portal/2023/07/hacia-una-universidad-antirracista/